De las cosas más difíciles que existe en esta vida, es el tomar decisiones. Porque no hay garantía alguna de que al decidirnos por algo, vayamos a obtener como resultados lo que estábamos buscando o deseando. Las variables de este mundo son infinitas.
Tal vez podemos tomar el camino fácil y conseguir lo que queremos, o tal vez elegir el camino difícil y sufrir toda la vida sin poder alcanzar nuestro deseo. O también, está la posibilidad de que cualquiera de las dos decisiones nos lleve a un destino completamente diferente al que esperábamos. Aquí quiero hacer un pequeño énfasis, tomar el camino fácil no es tomar el camino equivocado, o andar en malos pasos. Solemos confundir que si alguien logró algo, es porque lastimó a otras personas en el camino y eso es algo totalmente equivocado. A veces, simplemente nos gusta complicarnos las cosas. Por decir un ejemplo, para conquistar a la persona que te gusta, solemos pensar que debemos de invitarla un mínimo de tres citas y que estas tienen que ser espectaculares, cuando tal vez, el mejor camino sea ser directos, decirle que me gustaría ser más que amigos. Obviamente aquí entran muchos otros factores como el lenguaje de la seducción, tiempo de conocerse, etc. Pero el punto es claro, hay dos caminos; el corto (declararse) y el largo (un conjunto de citas románticas). Y aunque parezca cómico, no existe una pregunta correcta, sólo sabrás si funciona, una vez que implementas dicha elección. Que es justo el punto de la frase en la que se basa este escrito, no sabemos hasta dónde nos puede llevar una decisión, hasta después de haberla tomado, y muchas veces ni siquiera es de inmediato, sino que lleva bastante tiempo el poder descubrirlo.
Cada vez que tomamos una decisión, nuestro camino se bifurca. Porque el destino nos abre una nueva ramificación, y puede ser que después regresemos al camino original, que sólo haya sido una ligera desviación, pero muchas veces, entramos a una carretera donde no existe retorno alguno. Donde volver, por más que lo deseemos, ya no es opción.
Es importante ser conscientes que elegir es renunciar: Cuando decides irle a algún equipo de fútbol, estás decidiendo rechazar ser fan de los demás equipos. Cuando decides quedarte en la cama a descansar en lugar de salir a trabajar, o a buscar empleo, o salir a correr o caminar, te estás negando la posibilidad de poder generar más ingresos, de estar saludable, e incluso, de encontrar el amor. Y esto suena muy motivante, como del estilo sal a comerte el mundo que está allá afuera, pero no lo neguemos, también estás rechazando cosas malas que te podrían suceder. El mundo está lleno de peligros, te pueden asaltar, golpear, puedes sufrir un accidente. Lo que quiero decir, es que el tomar la decisión de quedarte acostado, calientito dentro de tus sábanas, te puede salvar la vida, pero al mismo tiempo te puede causar depresión al rechazar todo lo maravilloso que tiene este planeta para ofrecerte. Y repito, para saber cuál de las dos opciones será, sólo hay una forma de descubrirlo, es salir y exponerse a lo que el destino tenga preparado para ti.
Desde mi punto de vista, la mejor forma de tomar una decisión, es basarnos en la probabilidad. Por ejemplo, si quieres salir por un café con la persona que te gusta, pero afuera está granizando. Las probabilidades de que choques, ocurra un accidente, o llegues empapado a la cita, son muy altas. Y en lugar de pasar un rato agradable, podrá terminar siendo todo lo contrario. Tal vez lo mejor sea reprogramar para el día siguiente u otro donde tengas las probabilidades a tu favor, donde puedan disfrutar de una caminata en el parque, o de una comida mientras admiran un hermoso atardecer y no un cielo gris. Reitero, todo este caso, es sólo una probabilidad, una historia que nuestro cerebro creó y que no es real. Tal vez el empaparse bajo la lluvia sea la conexión que necesitaban, y tiene el potencial de convertirse en un grandioso recuerdo que le cuenten a sus nietos. Nunca lo sabrás hasta mucho tiempo después de que haya sucedido.
Y recuerda, el no tomar una decisión, también es elegir. Si estás indeciso de aceptar salir con la persona que te gusta, y que ya te invitó ir por un café, pero tienes la duda, el temor, la inseguridad de si podrá funcionar y por lo tanto omites responder dos simples letras; “Sí”. Al omitir esta respuesta, ya decidiste que no funcionará, pues te negaste la oportunidad de probar, de experimentar, de ver qué podría pasar. Y te quedaste con el verdadero infierno de esta tierra: con la duda de; “el hubiera…”
Lo que verdaderamente te va a dar la experiencia y la sabiduría para tomar mejores decisiones, es justo tomarlas, y después, cuando tengas unos cinco minutos libres, analizar los resultados que te otorgaron. Porque una de las mejores formas de progresar en la vida, es justo actuar y analizar qué funcionó y qué hizo que no tuvieras los resultados esperados.
Por eso te invito a que por la noche, cuando te encuentres ya más relajado, reserves unos cinco minutos y analices las decisiones que tomaste durante el día, y así mismo, te vuelvas consciente de qué resultados tuviste. Esto es importante, porque muchas veces, sin darnos cuenta, nos encontramos en una rueda donde tomamos las mismas decisiones, obteniendo los mismos resultados, deseando que nos suceda algo distinto. Pero nuestra vida no va a cambiar, al menos de la forma que queremos, hasta que empecemos a cambiar nuestras acciones.
**Este escrito está inspirado en la frase de la película Wanted: “No sabemos qué alcance tienen nuestras decisiones”.