Dicen las malas lenguas que hemos tenido varias vidas en diferentes épocas y lugares. Y digo “malas lenguas” porque es algo que pocos aceptan, vivimos en un tiempo donde la gente ya no cree en la magia, si no está comprobado científicamente, entonces toda la sociedad , o su mayoría, decide que eso simplemente no existe.

Considero que es por eso que el amor se está acabando y hay tanto odio en nuestro alrededor. La ciencia ha definido el amor como un impulso electromagnético que te genera ciertas sustancias químicas en el cerebro que nos resultan placenteras, y no lo niego, mi intención no es cerrar los ojos imaginando que están equivocados. Sé que tienen razón, pero hasta cierto punto.

Dime, ¿cómo mides el amor? ¿Vas con tu pareja y le dices que necesitas 20 mililitros de dopamina? ¿Cómo te das cuenta que se te acabó? ¿Es algo que se puede comprar o si se terminó y no hay nadie cerca de ti ya te fregaste? Porque de ser así, ¡estoy frita! Mi vida ha sido largos ratos de dolor y muy pocos de placer.

He tenido diferentes vidas en un mismo cuerpo. He sido la estudiante rebelde que le vale madres todo, y la que saca excelentes calificaciones. Me he convertido en la mujer con la que todos mis compañeros y amigos quieren conquistar, y aún así, no he podido llamar la atención del hombre que me vuelve loca. La única cosa que Dios o el universo odia, es la monotonía. Por eso, creó el cambió de ambiente de estación a estación, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, y sobre todo, la vida y la muerte.

Tenemos esta estúpida creencia de que la vida del vecino es mejor que la nuestra, vemos su jardín más verde sin percatarnos que sufrimos de daltonismo. Solamente cuando aceptamos que nuestra vida es mejor, se debe a que escuchamos a nuestro ego.

Te he estado dando largas de mi historia, sólo contándote mis pensamientos, mi sentir, pero no los hechos que me llevaron a escribir estas últimas letras. Tal vez sólo estoy posponiendo mi decisión, tratando de ganar más tiempo, o esperando la estúpida ilusión de que venga un príncipe a mi rescate.

Recuerdo a la perfección las últimas palabras de mi padre:

“Todo lo que sueñas, si le pones de tu energía, se puede volver realidad”.

El problema, es que yo puse mi atención en mis pesadillas.

Tenía pánico de que me fueran infiel, en vez de dar un abrazo, daba gritos y enojos por celos injustificados. Cuando mi noveno novio me terminó, me di cuenta que la que estaba mal era yo, no ellos.

Fui a terapia, y me gustó, porque en esos 60 minutos, yo era la protagonista. Mi historia tiene valor y tengo por lo menos a una persona que me pregunta con gran entusiasmo, ¿qué más pasó? Quiero saber que sigue, cuéntame.

Tal vez por eso estoy haciendo esta carta de desahogo más que de despedida, tal vez sólo quiero que comprendas por qué estoy tomando la peor decisión de mi vida, una de la que no hay vuelta atrás.

Mi vida no fue perfecta, ni siquiera buena, nunca lo fue, lo es, y estoy segura, no lo será.

Las personas solamente te dicen, “ánimo, verás que las cosas mejoran, sólo es un bache, un mal capitulo, mañana será mejor”. Y terminan con el maldito: “échale ganas”.

Como ya te conté, definitivamente no he tenido suerte en el amor. He tenido varios novios, pero tan pronto llegan, se van a la misma velocidad. La falta de dinero siempre ha sido un problema, con decirte que no he podido visitar si quiera el pueblo vecino.

Y mi salud, de la fregada. Todas las noches sufro de insomnio, lo cual provoca que durante el día, mi energía esté en la barra más baja. El café solamente me anima por un par de minutos, después de eso, vuelvo a mi estado de zombi, donde la cabeza me duele, camino arrastrando los pies, y me quedo horas viendo el televisor con la boca abierta hasta que comienzo a derramar saliva.

Mi vida es tan horrible que he llegado a pensar que sería mejor si se acercara algún apocalipsis, allí tendría dos opciones; morir, o convertirme en una de las últimas sobrevivientes.

¿Que carajos haces cuando de los tres pilares esenciales para vivir plenamente; salud, dinero y amor, ninguno funciona?

Siempre he tenido la convicción de que si mi vida es una mierda, es gracias a mis padres. Soy quien soy gracias a ellos. Eso era lo que pensaba, pero justo al escribir esto, caigo en cuenta en que nunca les obedecí. Fui la niña rebelde que creía que las acciones no tienen consecuencias, y ahora estoy pagando el efecto de mis decisiones.

Tengo la vida que tengo por las elecciones que yo y nadie más ha tomado. Claro, las personas de mi alrededor han influido enormemente en ellas. Empecé a fumar disque para verme cool, interesante, sin saber que sólo le estaba estrechando la mano a la parca para saludarla e invitarla a que me lleve más pronto al más allá.

Ahora, no hay alternativa, no puedo recuperar el tiempo perdido ni sanar a las personas que dañé por mi puto egoísmo.

¡Carajo! Si pudiera regresar al pasado, definitivamente tomaría otro camino. Es imposible resolver tu vida cuando sólo te quedan un par de días con ella, si tienes suerte, algunas semanas de entera agonía.

—¿Qué pasaría si te digo que es posible? Que puedes regresar atrás, a la Jennifer del pasado y darle un mensaje, el que tú quieras —me dijo una voz angelical y pregunté sabiendo que nada es gratis, ¿cuál es el truco?

—Vine por ti, es momento de irnos. Al igual que tú, me gustaría quedarme un par de minutos más en este mundo. Al permitirte ver y hablar con la Jen del pasado, podré disfrutar un momento de esta maravillosa dimensión.

—Está bien —afirmé más con asombro que con convicción. Sabía que este día llegaría, que me faltaba poco tiempo, pero jamás imaginé que fuera tan pronto. No estoy preparada, quiero creer que nadie lo está, y sin embargo, no tengo temor, por el contrario, sólo siento paz. Todo se volvió de un color blanco radiante. Poco a poco todo empezó a tomar forma y me encontraba en la misma camilla de hospital, pero esta vez, la pequeña Jenni estaba frente de mí, me observaba detenidamente.

Escúchame con atención —le dije—. Todo lo que sueñas, si le pones de tu energía, se puede volver realidad -finalicé de decir y supe que me había escuchado porque hizo la mueca más horrible que he visto. No me prestó atención. Por el contrario, sintió como si la estuviera regañando.

—Las señales siempre estuvieron ahí, pero no quisiste oírlas, ni verlas. Lo que ya pasó no se puede cambiar, ni siquiera yo tengo ese poder. Sólo te pido que me acompañes sin culpas, sin remordimientos. Porque de ser así, será un largo y tedioso camino. Créeme que todos piensan que las alternativas hubieran resultado mejor, pero no es así. Aprendiste lo que tuviste que aprender, viviste lo que tuviste que vivir. Se acabó el tiempo, es momento de partir, querida —me comentó con una gran dulzura y me extendió su mano amablemente.

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