Es bastante común que solamos postergar todo aquello que nos hace bien. Cuando se trata de hacer una dieta saludable, la dejamos para el lunes de una semana que tú y yo sabemos nunca llegará. Lo mismo pasa con el ejercicio, el tomar agua, leer un libro, inclusive el trabajar en tu meta. Regularmente dejamos todo aquello que nos genera un beneficio para un mañana que no se encuentra en nuestro calendario.

El problema en sí no es dejar las cosas para después, sino que el tiempo pasa, los días avanzan, estos se convierten en semanas, meses, años, y cuando miramos para atrás, nos encontramos en un lugar mucho peor del que nos encontrábamos ayer. Porque la principal mentira que nos han contado es que no pasa nada… Si hoy no haces ejercicio, no pasa nada, ya habrá tiempo. Lo que no hiciste hoy, lo podrás hacer el día de mañana. Pensamos que nada cambiará porque no hay mucha diferencia de un día a otro. Si hoy levantas pesas, mañana no tendrás bíceps de acero, se necesitarán meses, incluso años para poder obtener ese resultado. Y lo mismo pasa en el otro polo, si hoy no haces ejercicio, es muy probable que mañana no notes ningún cambio, pero espera a que pasen un par de meses o años y notarás el gran cambio que tu inacción provocó en tu cuerpo. No hay nada estático en este universo. Me encanta la frase que dice:

“O te estás acercando a tu deseo, o te estás alejando de él”.

Como vemos, no hay punto medio. Todo lo que haces, hasta el más mínimo detalle, te ayuda o te perjudica.

Quiero dejar claro que no se trata de volverse obsesivo, sino de equilibrar la balanza. Porque puede ser que, al acercarte a tu meta financiera, descuides tu cuerpo. Al acercarte a tu meta de salud, descuides tu relación afectiva, y así con cada área de tu vida, porque nuestra energía es limitada. Una de las reglas básicas de la metafísica es que allí donde pones tu atención, pones tu energía, y esto provoca que eso se expanda.

No importa que tantas tareas puedas hacer al mismo tiempo, sólo puedes darle tu atención a una cosa a la vez. Por eso es importante dedicar, aunque sea un par de minutos a cada área relevante de tu vida.

Resulta imposible trabajar en tu relación sentimental mientras estás enfocado en generar mayores ingresos. Y si lo haces, temo decirte que entonces ninguna de esas dos áreas se expandirá como podría hacerlo. Es mil veces mejor dedicar quince minutos a por lo menos pensar en cómo puedes ganar más dinero, y tomar únicamente quince minutos para disfrutar de ese tiempo de calidad exclusivos a tu pareja, que pasar toda una hora divagando entre el dinero y tu relación sentimental. En otro escrito había comentado que cuando tu atención está dispersa, de igual forma lo estarán tus resultados.

Sobre todo y más importante, retomando el inicio, de todo lo que hagas hoy, es bastante probable que no veas su efecto mañana mismo. Una relación no se fractura por lo que hiciste o no hiciste ayer, sino por toda una serie de diversas acciones o elecciones que transcurrieron en un determinado tiempo. El destino, tarde o temprano te va cobrar la factura de tus decisiones.

Sólo por favor no mires al pasado y te lamentes de lo que no has hecho, las cosas que has pasado por alto. Eso sólo te traerá malos sentimientos como enojo, remordimiento, tristeza, y realmente no hay nada que puedas hacer. Ni la persona más rica, inteligente y poderosa de este mundo es capaz de cambiar el pasado.

La buena noticia, y no importa que suene a cliché barato, es que tienes páginas en blanco que puedes rellenar con lo que tú quieras. Puedes dibujar, escribir, rayarlas, pintarlas, e inclusive destruirlas si así lo deseas.

Siempre tienes la opción de quejarte por donde te puso el destino, o hacer algo al respecto y comenzar a crearlo de la manera que tú deseas. Sé que no es fácil, suena mucho más sencillo de lo que siquiera es dar el primer paso. Puedes llenarte de excusas y no lograr nada, o reservar quince minutos de tu día para que la factura que te cobre el destino en un futuro, sea con saldo a favor. Dedica quince minutos para hacer ejercicio, otros quince para leer, y unos últimos quince para tu pareja, amigos, familia o para meditar. Es decir; dedica 45 minutos para tu mente, cuerpo y alma. Si no tienes 45 minutos de tu día, bájalo a cinco minutos por área.

Si hubieras empezado hace un año, probablemente hoy ya estarías disfrutando de los resultados que todavía se encuentran en tu lista de deseos. Pero repito, no te juzgues, es mejor empezar ahora y entonces, cuando ya hayan pasado 365 días, puedas voltear hacia atrás y decir; ¡lo logré!

Por último, recuerda que no existe garantía de nada. Que hoy comiences a hacer ejercicio, no te da la seguridad de que en unos meses tendrás un cuerpo de ensueño, pero sí habrás aumentado tus posibilidades de estar más sano y en un mejor estado físico.

Que hoy inicies el hábito de la lectura, no quiere decir que hayas encontrado la fórmula perfecta para resolver tus problemas, pero sí habrás ampliado tu forma de pensar.

Si le dedicas quince minutos de atención plena a tu pareja, no quiere decir que no habrá peleas o desacuerdos, pero habrás aumentado el tiempo de calidad que pasan juntos, y por lo tanto, la felicidad de ambos.

Te consume casi la misma cantidad de energía y tiempo inventar una excusa que ponerte a trabajar en lo que sabes que debes hacer.

Es cierto que en esta vida no existe nada que sea seguro, pero sí es un hecho que, si le dedicas, aunque sea una fracción de tu día a aquello que deseas lograr, será cuestión de tiempo en que esto se cumpla.

Nadie está donde quisiera estar, pero es la ilusión de encontrarnos algún día allí lo que hace que toleremos el presente que no nos gusta.

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