Solemos creer que el mundo en el que vivimos debe de ser justo, ¿sería lo ideal, no? Un mundo fantástico donde verdaderamente el mal pierda, en el que los buenos jamás sean víctima de alguna tragedia. Dónde los perritos vivan cien años y nos acompañen toda nuestra vida. Lamentablemente, todo eso es una utopía.
Hay veces que el mal triunfa, y aunque eventualmente la balanza se equilibra y esa persona termina pagando todo lo malo que hizo, logró experimentar por un breve lapso, lo que él creía, era la gloria.
En otro escrito expuse una frase que me encanta: “Creí que, por ser bueno, el león no me comerá”. Y aunque es muy simple, tiene una gran fortaleza, porque muchas veces tenemos esa filosofía de creer que por ser buenos y no hacer daño al prójimo, somos merecedores de todo lo que queremos, desafortunadamente, este universo en el que vivimos no funciona así. Y no me malentiendas, no te estoy diciendo que para triunfar tienes que ser malo, sólo que ser bueno no es suficiente.
Si quieres que el león no te coma, debes de tener ciertas habilidades que te permitan escapar, y estas, se trabajan no en el momento que las necesitas, sino muchos meses, inclusive años atrás. Pues en este caso, deberás de tener una buena condición física que te permita correr, agilidad para esquivar, y, sobre todo, una estrategia de hacia dónde irte a esconder, o cómo contraatacar con fuego, algún arma, etcétera. Por supuesto que este ejemplo es muy vago, las probabilidades de que te enfrentes ante un león en la actualidad son casi nulas. Pero regularmente una idea se puede replicar a todo. Podemos llevarlo a una entrevista de trabajo, en la que deberás de contar ya con ciertos conocimientos para poder quedarte con el puesto laboral, y no solamente saberlos, sino lo más difícil, aplicarlos de manera correcta. Ya que la práctica resulta ser, en la mayoría de las veces, muy diferente a la teoría.
El contar con estas habilidades y conocimientos, hará que te inclines al lado de la balanza en el que deseas estar.
Porque como lo dije en un inicio, la vida no es justa, es equilibrada, por lo tanto, siempre existirán dos lados, dos polos y por medio de tus pensamientos, acciones, e inclusive tus sentimientos, tu entorno, lo que escuchas, ves, lees, de manera constante está influyendo hacia qué lado de la balanza te inclinas.
Siempre existirán el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo abundante y lo escaso. Puedes quejarte y atraer lo negativo a tu vida, o puedes hacer algo al respecto y posicionarte en donde deseas estar.
No estoy diciendo que sea fácil ni rápido, pero sin duda alguna, puede ser posible.
Es importante detenernos un momento y preguntarnos; ¿en qué lado de la balanza me encuentro? ¿Me suceden cosas buenas o malas? ¿Me gusta dónde estoy? Pero más importante, ¿El camino que estoy recorriendo, me lleva al destino que deseo?
Se gasta más gasolina tomando la ruta equivocada, que antes de iniciar el viaje, detenernos un instante y seleccionar el GPS, alinear la ruta que tomarás.
Todos los días te despiertas con una cantidad determinada de energía, a veces con un poco más, otras, un poco menos, inclusive habrá días que tan sólo al abrir los ojos, lo único que querrás hacerlo es volverlos a cerrar. Eso es normal y es entendible que, con apenas la reserva de gasolina, no avanzarás cientos de kilómetros.
Pero de la misma forma, que una vez que tu coche quema la gasolina no se puede recuperar, una vez que utilizas tu energía, esta tampoco se recupera.
Por eso es importante ser conscientes sobre a qué le estamos dando nuestra atención. Porque el estar constantemente enojado, molesto, irritado, te posicionará del lado de la balanza donde todo lo que pase no sea de tu agrado. Porque tus acciones están provocando que recibas justamente situaciones que te resulten desagradables. Regularmente, tu estado interior determina lo que recibes del exterior.
Imagina que te encuentras en una galería de arte llena de hermosas pinturas. Al estar de malas, te enfocarás principalmente en los defectos. Si el marco tiene una mancha, si la sombra no es la adecuada, si es que no dan botanas o bebidas, si hace mucho calor o frío, etc. Siempre, pero siempre, existirá algo de lo que te puedas quejar, y es válido, pero recuerda, que también, siempre, pero siempre, habrá algo que puedas admirar, una pequeña cosa que te genere una sonrisa, que te haga sentir bien.
Cuando te enfocas en algo, todo lo demás a su alrededor desaparece. Si pones tu atención en lo malo, en los defectos, serás incapaz de apreciar todo lo bueno, lo bello. Y viceversa, si enfocas en los puntos buenos, te resultará difícil ver lo malo.
Y aquí quiero aclarar que ambas pueden provocar tanto un resultado positivo como negativo. Enfocarte en los defectos de tu pareja, hará que su relación fracase. Y en el otro opuesto, poner atención solamente a las cosas buenas, te cegará de ver las famosas “banderas rojas”.
Lo mejor es ser conscientes de ambas cosas, de los dos polos. Aceptar que nadie es perfecto, todos tenemos nuestros defectos y aciertos. En este caso, te recomiendo usar el principio de Pareto. El 80% de tu tiempo, enfócate en las cosas buenas que la vida te ofrece, que están allí para que puedas tomarlas, vivirlas, ir por ellas. Y el 20% restante, pon tu atención en lo negativo, en aquellas cosas que podrían salir mal, inclusive en quejarte, porque es algo liberador. Pero no dejes que sobrepase este porcentaje, porque entonces deja de ser un sentimiento de descarga para convertirse en algo que te esclaviza en el lado negativo de la vida.
De esta forma, te enfocarás más en lo bueno que en lo malo. Y regularmente, los resultados que obtenemos, provienen de hacia dónde dirigimos nuestra atención.
Te invito a que lo practiques día con día, cada vez que te quejes de algo, recuerda que eso te alinea hacia un lado de la balanza, y sin juzgarte, analiza si te lleva a dónde quisieras estar mañana. Si la respuesta es no, da una profunda inhalación, quejate por una última vez sobre aquello, y cambia de dirección.
El lado opuesto de quejarte es agradecer. Cada vez que te encuentres quejándote de algo, detente y en su lugar redirige tu atención hacia algo por lo cual te encuentras agradecido de tener el día de hoy.